La
otra noche soñé con Mario Conde. Estábamos en su casa.
Probablemente haya visto parte de su casa en alguna revista porque
recuerdo perfectamente una escalera de madera que comunica el piso
inferior con el superior, y esa misma escalera es la que vi en mi
sueño. Mario estaba debajo de la escalera, sentado, junto a tres o
cuatro persona más. Yo también me encontraba en esa reunión pero no
participaba activamente, más bien parecía ensimismada urdiendo
algún plan. Él hablaba de algo que no recuerdo, disertando sobre
algún tema interesante, con la admiración del resto de los
presentes, ya que permanecían callados escuchando atentamente. Una
chica de mediana edad con mechas rubias lo miraba fijamente. En mi
sueño pensé que estaba intentando “ligárselo”. Él continuaba
hablando mientras movía las manos pausadamente. En ese momento me
excusé diciendo que iba al baño y subí la escalera de madera.
Llegué hasta un baño amplio, decorado con un mueble de madera
encima del cual estaba el lavabo. Abrí el grifo. Me miré en un
espejo muy grande que ocupaba casi toda la pared frontal mientras me
lavaba, pensando dónde tendría escondido tres millones de euros. Me
había propuesto robarle ese dinero para donarlo a una ONG. Ni
recuerdo la ONG ni por qué creía que Mario Conde iba a tener tanto
dinero en su casa. Cuando bajé de nuevo la escalera seguía
sentado en una silla, solo, y me sorprendió la desaparición de
todos los demás, incluida la rubia con mechas. En ese momento me
desperté.
¡Pero
seré tonta! Yo intentando robarle dinero a un exbanquero para
dárselo a una ONG. Hasta mi subconsciente tiene espíritu de Robin
Hood. Con las cosas que podría comprar con tres millones de euros...
Si por lo menos hubiese intentado “ligármelo” como la de la
mechas para aprovecharme de su patrimonio... Bueno, a lo mejor estoy
imaginando que la mujer quería aprovecharse de él, y no le he dado
el beneficio de la duda de si realmente pudiese gustarle. Cuando veo
a una pareja y el hombre es mucho mayor que ella (feo a ser posible)
supongo que él tiene dinero. A la inversa también lo pienso, aunque
es menos frecuente la situación. Otro día escribiré sobre hombres
jóvenes emparejados con mujeres mayores. Es más habitual ver el
tipo de unión mujer joven-hombre mayor, cuando éste
tiene una solvencia económica conocida . Es cierto, no siempre se
cumple mi suposición, sobre todo cuando hay hombres entrados en años
que siguen manteniendo esa capacidad seductora a pesar del tiempo. En
este caso, Mario Conde me parece atractivo, y existen hombres mucho
mayores que yo que también me lo parecen: Arturo Pérez-Reverte,
Willem Dafoe, John Malkovich y algunos ya criando malvas, como Blas
de Lezo. Lo que sí es cierto, es que cuando veo a hombres mayores,
en las revistas del corazón se ve con cierta frecuencia, emparejados
con mujeres mucho más jóvenes, una no puede dejar de imaginar cómo
el poder, el dinero o la posición económica juega un papel
fundamental en la decisión de ella de emparejarse con alguien tan
discordante, por lo menos aparentemente.
Sigo
suponiendo que no solo será cuestión de ofrecerle el cuerpo a estos
hombres, sino que la astucia de estas “cazafortunas” se traduce
en una relación simbiótica, donde él ofrece poder económico y
ella, belleza, juventud y una personalidad arrolladora.
A
las que nos han enseñado a ganarnos nuestra independencia
económica con la inteligencia, y a poner al amor como
abanderado para conseguir una pareja, este tipo de relaciones nos
parecen frías. Por eso cuando vemos a una mujer usar su cuerpo para
conseguir objetivos económicos, laborales o de cualquier índole, nos produce extrañeza. No digo que esté
mal; a lo mejor en un momento de necesidad extrema, podríamos, entre las cuales me incluyo, hasta vender nuestra alma al diablo. Lo
que me da pena es la pérdida de valores becquerianos relegando la
importancia del cuerpo a un simple mercadeo. Probablemente
porque sigo siendo una romántica de la escuela de Antonio Gala y
entiendo el sexo muy cerca del amor, o por lo menos de la atracción,
sin más intención que la propia pasión.
A
ver si esta noche vuelvo a soñar con Mario Conde, y le pregunto a la
rubia si realmente le gusta Mario o “va” a por su dinero... como
yo.