jueves, 5 de diciembre de 2019

La soberbia de la juventud


Esta mañana estaba manteniendo una conversación muy interesante acerca de la juventud, la educación y los modales, cuando mi interlocutor comentó la conducta de una muchacha que había tenido un comportamiento poco elegante. Concluyó con una frase lapidaria: "es la soberbia de la juventud"- exclamó.
Es cierto -pensé-, la juventud está hecha de soberbia, de impulsividad, de metas imposibles, de pasiones desgarradoras, de irrealidad, pero sobre todo, está hecha de eternidad. Salvo aquellos con la autoestima muy baja -que los hay, desgraciadamente-, cuando somos jóvenes nos creemos irremplazables, irrepetibles y casi, casi inmortales. La soberbia es uno de los sentimientos que se va diluyendo con el paso del tiempo, al igual que esas otras creencias que acabo de nombrar en el párrafo anterior. Y es que el paso del tiempo nos ancla en el suelo y nos llena de realidad. ¡Maldita realidad!- gritamos. Pero nadie nos oye. Una vez perdida la frescura de la juventud, ya nadie nos devuelve nuestra soberbia -ese sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás- que diría Wikipedia, necesario para ganar cuando se compite en diferentes ámbitos sociales o laborales. Ya nadie nos devuelve la sensación de inmortalidad, y es en ese momento cuando empezamos a notar la muerte cerca, quizá demasiado, sin poder remediarlo. Entonces no nos queda otra que aceptarla a nuestro lado, exactamente igual que a la madurez, esa compañera incondicional que nos escoltará hasta ese momento agonizante sin marcha atrás, para entregarnos a otra vida... ¿o será la misma de nuevo?